Doré comme le palace, ocre comme la pierre des temples hindouistes, bleu comme la décoration -très kitsch- de la cathédrale, jaune ou rouge comme les innombrables fleurs coupées en vente sur les stands du marché. Mysore -devenue depuis peu Mysuru- ressemble à la palette d’un peintre qui aurait décidé de mettre en couleurs cette cité d’un peu plus d’un million d’habitants. Par petites touches, l’artiste donne vie aux bâtiments les plus emblématiques comme pour les rendre plus vivants, plus attractifs..
Dorado como el palacio, ocre como la piedra de los templos hindúes, azul como la decoración, muy cursi, de la catedral, amarillo o rojo como las innumerables flores cortadas que se venden en los puestos del mercado. Mysore, que recientemente se ha convertido en Mysuru, es como la paleta de un pintor que decidió colorear esta ciudad de poco más de un millón de habitantes. Con pequeños toques, el artista da vida a los edificios más emblemáticos para hacerlos más vivos, más atractivos…
Anda! Allí también bendicen los coches…aquí los llevamos a Covadonga 😉 Pues a mí me gustan los colores de Mysore! 😘
Qué bonito el mercado.Que colorido! Me ha gustado mucho.Besos